lunes, 25 de junio de 2018

Y ahora... ¿qué? El después de la 1ª provocación oral.


Desde la provocación oral se vuelve a torcer todo... El equilibrio que habíamos conseguido se perdió. Vuelven los llantos, las molestias tan fuertes del peque, mi desesperación...
Pasaba los pocos ratos en los que el niño dormía, mirando el grupo de APLV. Buscando experiencias, preguntando todas mis dudas... ahí también me contaron que nuestro organismo tarda en eliminar la plv (proteína de leche de vaca) mínimo 2 semanas, o sea que nos esperaban 2 semanas tirando a mal...


Pero no, mi hijo tarda más de 2 semanas en eliminarla, tarda poco más de 3 semanas... Me di cuenta en que poco a poco iban cediendo los síntomas hasta desaparecer, aunque necesitó ayuda para que desaparecieran por completo, ya os contaré... Y para darme cuenta de todo esto me aconsejaron, también en el grupo, que hiciese un diario de comidas (apuntar absolutamente todo lo que come y cuándo) y también los síntomas si aparecieran, con el fin de establecer un patrón y observar mejor su comportamiento.

Vamos... ni el CNI...

Pues muy poco a poco, pero muy lentamente, fue dejando de comer. Cada toma era un poquito menos lo que tomaba. Gracias a que nuestra pediatra le hacía un seguimiento continuo y semanal, nos dimos cuenta de que, 11 días después de la provocación, se había estancado en el peso. Estancamiento ponderal que le llaman. Pero como el niño es grande... percentiles por encima del 90 tanto de altura como de peso, pues no se le da mucha importancia... y quedamos a la espera de ver si aparecen más síntomas o si del estancamiento persiste.

Ya os imaginaréis cómo podría estar yo... con un bebé que no tenía ni 3 meses, que no ganaba peso e incluso perdía algunos gramos y con toda la lista de síntomas que acarreaba... Yo seguía empecinada en que algo no iba bien. Y no era buscarle ningún mal a mi hijo (como me dijo algún gastro...), era ver la realidad y reconocer síntomas y rarezas nuevos donde antes no estaban. Era pura y dura desesperación de no poder ayudarle, calmarle, aliviarle ese dolor que sentía mi niño... Era rabia, impotencia... y llanto. Mucho llanto también por mi parte. Además del cansancio... y eso que encontré mi solución para dormir un poco más: poner al peque en el fular de porteo y yo me sentaba en el sofá (tenía que tener las piernas en alto... mi postparto es que fue... fue digno de otro post 😂), de esa manera yo podía cerrar los ojos y descansar algo sin temer que se me cayese el chico de mis brazos. Bendito fular de porteo!!!

15 días después de la provocación (porque sí, porque yo estoy convencida de que todo esto lo lió la provocación temprana...) empieza con el famoso vómito a propulsión. Loca me quedé cuando lo vi. Hasta entonces con las medidas posturales como porteo, mantenerle la mayor parte del tiempo incorporadito incluso para dormir, que de hecho no dormía en la cuna... no había manera de que durmiera en ella ni con cojines para elevar el colchón, era soltarlo en ella y empezar a llorar desconsolado, pero donde no lloraba y se echaba unas siestas buenísimas era en nuestro cojín de lactancia y en el capazo con la espalda un poco incorporada! Así que una noche, también hasta arriba de desesperación y locura, metí el capazo dentro de la cuna (que la tenía pegadita a mi cama) y ahí dormía como un bendito!!! Pues con todo esto iba controlando su supuesto reflujo oculto que pensábamos que tenía, pero desde aquel día empieza a presentar ese vómito violento a chorro y empieza haciéndolo en algunas tomas, no en todas.
Tuve la grandísima suerte de que al día siguiente tenía cita en Gastroenterología, la segunda.

Mil gracias por leerme!!

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